viernes, 4 de noviembre de 2011

AUTISMO--ORGANIZACIONAL

AUTISMO  ORGANIZACIONAL


El autista posee una visión lineal del mundo, o al menos eso puede observarse en algunos casos de significativa importancia: El orden en que deben ir las cosas, los colores, las formas. Horarios, personas, actividades y otros elementos que deben permanecer inalterables ya que, en algunos casos, generar tal desequilibrio que pueden pasar de una actitud pasiva a una agresiva de amplio impacto.
No obstante, y en medio de esa rígida línea de eventos y “orden” esperado, los autistas muestran capacidades artísticas impresionantes, así como la habilidad para recordar, asociar, detallar, calcular y otras tantas expresiones que pueden sorprender a propios y extraños.


Esas mismas características pueden ser vistas en algunas empresas u organizaciones, donde el esquema lineal, inflexible y repetitivo no permite ningún tipo de alteraciones o cambios. Todo debe hacerse como se ha establecido, sin excepciones ni adiciones, pues tal y como se ha concebido el orden de las cosas éstas deben permanecer.

En ese tipo de empresas la “resistencia al cambio” como suele interpretarse no existe. Simplemente el cambio no es una opción, por lo que no puede existir algo que se resista a lo que no existe en su particular burbuja laboral.


Pero al igual que en las expresiones humanas, estas empresas u organizaciones autistas presentan habilidades extraordinarias en el nicho de negocio en el que participan y, bien llevadas, pueden generar un superávit significativo, liderar un mercado, ser la piedra angular de la actividad o el ente con mayor peso.

Sin embargo, a diferencia del autismo clínico, donde quien lo presenta no necesariamente sabe que lo posee, las empresas pueden estar en completo conocimiento de su “condición autista” y sacarle provecho a ello, o ignorarlo completamente y encontrarse con otros que se beneficiarán de sus aparentes limitaciones.

Independientemente de cómo sea, ese autismo organizacional pasa a ser el elemento determinante en la “cultura” de la empresa, la cual somete a sus colaboradores a regirse por las reglas y reglamentos que se han establecido para impedir que algo, lo más mínimo, cambie dentro de ella.

Ese sometimiento reduce considerablemente las capacidades y condiciones profesionales de quienes hacen vida laboral dentro estas “empresas autistas”, pues como en su homólogo clínico, la comunicación es significativamente limitada y usualmente está circunscrita a lo que “el autista” requiere, demanda o necesita, y son los que lo “circundan” los que tienen que procurar atenderle pues de lo contrario puede alterarse el orden y generar respuestas inesperadas.

Las empresas autistas o el autismo organizacional es más común de lo que se cree, existen muchas expresiones de rigidez que rayan en lo patológico, pero que por desconocimiento o ignorancia son catalogados como expresiones propias de “un tipo de administración o negocio” y asumidos como “normal”.

Las empresas autistas pueden ser diagnosticadas y sometidas a “tratamiento” pues, tal y como ocurre en los casos humanos, existe la posibilidad de llevar una vida “laboral” completamente normal si se maneja de manera profesional y con tino.

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